El movimiento "slow" - Educar despacio

La principal característica que presenta es la ralentización del ritmo de vida para poder aprender a gestionar bien el tiempo. 

Este es un movimiento que comenzó hace unos 25 años como "slow food" siendo alternativa a la "fast food" y que se ha ido extendiendo a otros ámbitos como las ciudades, los viajes, la vida hogareña... y también, a la educación a través del "slow school", "slow education" o "slow parenting". En la educación, el objetivo principal es respetar el ritmo de aprendizaje de los niños; para ello es necesario un cambio de actitud en los agentes educativos de tal manera que al respetar los ritmos de aprendizaje mejorará la calidad del tiempo escolar y extraescolar de los chicos.

Hoy en día, se trabaja una educación acelerada en las aulas. Con esta educación de aprender/enseñar más y más deprisa lo único que se consigue es que se originen situaciones estresantes y se pierda la creatividad, a través del ritmo rápido y de fijar unos objetivos a corto plazo. Todo esto afecta a los resultados académicos y no promueve una educación igualitaria. 

Es por esto que la educación "slow" apuesta por una educación más flexible en la que existan métodos de enseñanza más eficaces y estimulantes para el alumno, atendiendo a sus características particulares. Joan Domenech sostiene: "las actividades educativas tienen que definir el tiempo para ser realizadas, y no al revés".

El "slow parenting", por su parte, sugiere un cambio en la actitud parental. Actualmente, muchos padres tienen la vida de sus hijos totalmente organizada y planificada reduciendo  así la capacidad de decisión de los niños y restringiendo su libertad. Honoré y otros especialistas aportan una serie de ideas para que el ritmo de aprendizaje se ralentice y poder disfrutar de una forma más pausada:

• Despertar en los niños la pasión por aprender y descubrir.
• Pasar más tiempo con los hijos. Hacer vida familiar sin prisas ni estrés.
• Aprovechar el juego como una herramienta de aprendizaje (inventando juegos y actividades).
• Dejar tiempo a los niños para que disfruten con aquello que más les guste.
• Respetar el ritmo del niño, no adaptarle al nuestro.
• Respetar la infancia, es un niño no un adulto.